Víctimas Ocultas

Cuando ocurre un evento traumático, se sabe que existen víctimas. Es algo de conocimiento general. Lo que no muchos conocen, es que existen tipos de víctimas. 

Las víctimas de primer grado son aquellas que sufren el impacto directo a través de pérdidas materiales o daño físico. Las víctimas de segundo grado son familiares o amigos de las víctimas de primer grado. Las víctimas de tercer grado son aquellas que se conocen como las víctimas ocultas, ya que son los integrantes de los equipos de primer respuesta, quienes atienden a las víctimas anteriores. 

Las víctimas de cuarto grado corresponden a la comunidad que se ve afectada como conjunto luego de un incidente y por último, las víctimas de quinto grado son aquellas víctimas que se enteran de los sucesos a través de medios de comunicación. Las víctimas de sexto grado son aquellas que no se encontraban en el lugar de los acontecimientos por algún motivo. 

En este caso, me concentraré en las víctimas de tercer grado o víctimas ocultas. 

¿Por qué son víctimas ocultas? 

Esto es sencillo, se espera que las personas que atienden en estos casos críticos y eventos traumáticos de gran impacto emocional no sean afectados por dicho evento y se comporten de manera eficaz. Mientras el resto de las víctimas se le permite expresar el desequilibrio ocasionado por la situación, a este tipo de personas no se les permite y es reprochado que exhiban dichos comportamientos. 

El sufrimiento ajeno y la motivación para dedicarse a ayudar a otros puede proveer de un sentido de vida a cualquier persona que se dedique a la atención a víctimas. Esto incluye a los terapeutas. Sin embargo, es necesario reconocer que este tipo de profesión puede ser un riesgo a la salud mental debido al efecto acumulativo de dichos eventos e incidentes críticos tienen sobre la psique de una persona. Estas situaciones pueden llevar al aumento del burn-out y el aumento de los síntomas de la fatiga por compasión o desgaste por empatía, lo que puede llevar al profesional a un desborde y a requerir de ayuda profesional especializada. 

Los profesionales que atienden víctimas, se encuentran en riesgo de desestabilización y de padecer diferentes malestares debido a sus circunstancias. Ellos se ven negativamente afectados o agravados por factores propios del profesional, como lo sería su historia personal y experiencias previas, al igual que factores propios de la situación o de las circunstancias vitales tras un incidente. 

En este caso, me gustaría concentrarme en lo más habitual en terapeutas o profesionales de la salud mental. Los problemas más comunes que pueden manifestar son estrés, burn-out, desgaste por empatía y fatiga por compasión. 



El estrés es un síntoma habitual, correspondiente a un proceso adaptativo ante cualquier cambio que modifica la rutina cotidiana y provoca el síndrome general de adaptación frente a una amenaza para el equilibrio del organismo. Esta respuesta de estrés se da en tres fases. La primera, es la fase de alarma, donde el organismo reacciona y sufre cambios fisiológicos o psicológicos. 

Se puede dar en dos partes, la fase de shock y la fase de contra-shock. La primera se refiere a baja temperatura corporal, palpitaciones y distensión muscular, entre otros. Mientras que la fase de contra-shock son descargas hormonales que preparan al cuerpo para la lucha o huida, pupilas dilatadas, aumento de presión sanguínea y frecuencia cardíaca. La segunda fase, es la fase de resistencia o de adaptación a la situación estresante mediante procesos cognitivos, fisiológicos, motores y emocionales. 

La última, es la fase de agotamiento, en donde una amenaza que se repite con frecuencia o se mantiene mucho tiempo hace que los mecanismos de adaptación dejen de ser eficientes y se produce una pérdida importante de las capacidades fisiológicas.




El Burn-Out es un “síndrome de quemarse por el trabajo” que se caracteriza por el cansancio emocional, despersonalización (un cambio de actitud hacia el trabajo de manera impersonal y fría) y una menor realización persona (la propia evaluación negativa de sí mismo) especialmente en individuos que trabajan en contacto con clientes y usuarios.

En el caso del burn-out, existen algunas estrategias para afrontarlo de manera tanto individual como grupal. Algunas estrategias individuales son: el favorecimiento del entrenamiento en asertividad, olvidar los problemas laborales al terminar el trabajo, hacer pequeños descansos y marcar metas factibles a conseguir. Dentro de esta estrategia incluye delegar responsabilidades, no creerse indispensable y solicitar ayuda cuando el trabajo es excesivo o no se está preparado para afrontarlo y por último, compartir problemas, dudas y opiniones con compañeros. 

De manera grupal, se pretende crear un apoyo social amplio y desarrollar grupos informales donde se intenta reducir los sentimientos de soledad y agotamiento emocional en los profesionales. Este tipo de estrategias mencionadas también combaten el desgaste por empatía y el estrés traumático secundario o la fatiga de compasión.




El estrés traumático secundario o fatiga por compasión es el resultado de la exposición a las historias relatadas por las víctimas, unido a la empatía que se experimenta hacia estos pacientes. Se observa en manifestaciones que giran en torno a reacciones cognitivas, reacciones emocionales, reacciones motoras y reacciones somáticas. Este es problamente uno de los padecimientos más observados en terapeutas. Nuestra labor consiste, principalmente, en escuchar las historia de los pacientes sobre sus experiencias de vida y los motivos por los cuales asisten a terapia. 

Algunas historias pueden ser tragedias y otras historias simplemente pueden afectar emocionalmente al terapeuta debido a su propio historial y experiencias de vida. La empatía de un terapeuta es un arma de dos filos que debe utilizarse adecuadamente. Mientras que pretendemos entender y comprender el dolor del paciente para crear una relación terapéutica, no podemos experimentarlo de la misma manera que el paciente y permitirnos, lo que coloquialmente se diría, "ponernos a llorar con el paciente". 

La fatiga por compasión puede deberse a una falta de conciencia de sí mismo por parte del terapeuta. Es importante que durante la práctica profesional estar al pendiente de sus propias reacciones, emociones y pensamientos sobre lo que escucha dentro del espacio clínico. De no estar en control de sí mismo, podría afectar negativamente al paciente y padecer de este tipo de malestar.

Algunas consecuencias del estrés traumático secundario son la sintomatología ligera como lo son los síntomas psicosomáticos leves, problemas en el sueño, problemas de alimentación y cansancio. También pueden presentar conductas evitativas como las prevenciones supletorias al igual que respuestas de estrés postraumático como imágenes que se reviven después del incidente.

Otro problema común es el desgaste por empatía. La empatía consiste en comprender las emociones que otra persona sufre y un fuerte deseo de aliviar el dolor o resolver la causa de este sufrimiento. Sin embargo, esta empatía puede ser negativa cuando el cuidado no logra distinguir entre su propia realidad y la del enfermo, sintiéndose abrumado y desarrollando reacciones similares al enfermo. Esto ocasiona un desgaste por empatía, que se caracteriza por la fatiga física y mental e implica cansancio, pérdida de energía y vigor ante la tarea de ayudar a las personas afectadas.

Es importante hacer mención que estas reacciones requieren de ayuda profesional psicológica. Por ende, es necesario tomar en cuenta que al ver que existe un malestar clínico que perjudique la capacidad para desenvolverse con normalidad, existan cambios en el estado anímico notorios y cambios de conducta, así como alucinaciones u otras alteraciones en los distintos ámbitos de la persona, se debe pedir ayuda profesional.

En el caso de los profesionales de la salud mental, hablando específicamente de los terapeutas, esta recomendación no es opcional. Recibir atención psicológica es de gran importancia para el terapeuta y ayuda a mantener sus propias reacciones y la contratransferencia bajo control. De igual manera, la atención psicológica puede proveer una oportunidad de recibir una supervisión del trabajo realizado con el paciente, garantizando la objetividad y eficacia del mismo.

Ir al psicólogo no es una ofensa y no significa nada malo. Que el psicólogo no vaya al psicólogo, sí lo es. Conocemos mejor que nadie los beneficios de la terapia y lo necesario que es para la salud mental. ¿Por qué no debería de ir?

En el caso de las crisis, con el personal de rescate, cuando exista resistencia a abandonar el lugar donde se encuentran las víctimas al finalizar su turno, frecuentes visitas a víctimas o llamadas telefónicas y sintomatología física similar a las víctimas, es importar pedir el apoyo de un profesional de la psicología que pueda atender dicha situación de manera adecuada.

Además del apoyo profesional psicológico, también existen estrategias para hacer frente a estas dificultades. Una de las más conocidas es Debriefing, que consiste en un método grupal que pretende ayudar a calmar y procesar los aspectos emocionales mediante la educación preventiva y un proceso de apoyo. Es una técnica que dura de 1 a 4 horas, con hasta 4 sesiones en grupos semiestructurados de 6 a 15 personas, conducidos por hasta dos psicólogos luego de un accidente. 

Este consiste en diversas fases, iniciando con la fase introductoria donde se exponen las especificaciones de la dinámica, seguida por la fase conductual donde se expone lo que los integrantes han hecho durante el incidente. Se continúa con la fase cognitiva, donde explican lo que han pensado, y la fase emocional, que explican sus emociones al momento del incidente. Luego, está la fase educacional donde se explican las reacciones que pueden aparecer durante los siguientes días y por último, la fase de reentrada, en donde se reitera el ofrecimiento de ayuda o contacto individual.




Otra técnica es la de Defusing, que es un encuentro grupal semiestructurado y breve (más breve que el debriefing) que consta de una sesión inmediata y una sesión de seguimiento. Esta técnica promueve y facilita oportunidades de ventilación y la reposición del profesional tras las horas de dedicación a la situación crítica. Esta técnica motiva a los intervinientes afectados hacia el empleo proactivo e inmediato de recursos psicológicos de afrontamiento al igual que a identificar participantes que garanticen un funcionamiento autónomo básico y participantes que necesiten apoyo adicional o enlace con otros recursos de ayuda.

Adicionalmente, existen estrategias para afrontar el estrés. Entre ellas estás las técnicas para modificar la activación fisiológica, en donde se aprovecha la conexión directa entre el cuerpo y la mente para aprender a reducir los niveles de tensión psicológica a través de la relajación física, como lo son las técnicas de relajación progresiva, el control de la respiración y otros. También están las técnicas para modificar la activación cognitiva, en donde se busca cambiar la forma de ver la situación, la percepción, la interpretación y la evaluación del problema con técnicas como la reestructuración cognitiva, las auto-instrucciones y la detención del pensamiento. Por último, están las técnicas para modificar la activación motora, que buscan el autocontrol de las acciones a emprender con el objetivo de disminuir los problemas de ejecución en el desempeño del trabajo.

También cabe mencionar que no solamente se cuentan con estas estrategias para afrontar la situación y sus efectos secundarios, también existen otro tipo de recursos disponibles para los profesionales de la emergencia.

Existen diversos sitios web dirigidos a este tipo de profesionales, web y foros de emergencias al igual que otros recursos sociales. Los sistemas de Peer Support son dispositivos formales de apoyo psicológico proporcionado por profesionales de rol similar al personal afectado, formados y capacitados para la provisión de primeros auxilios psicológicos.

También existen líneas de atención inmediata, que es un servicio que se puede activar tras la ocurrencia de situaciones de alto impacto como accidentes con múltiples víctimas o desastres en donde psicólogos especializados en intervención en situaciones críticas proveen de apoyo y asesoramiento a las personas que llaman.


Referencias:

López, A.; Martins, T.; Mugaburu, I.; Muro, S. Pérez, J. (s.f.)  El apoyo psicológico a los profesionales de la emergencia: asesoramiento psicológico.

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