Primeros Auxilios Psicológicos
Se
entienden por Primeros Auxilios Psicológicos y Emocionales a la ayuda e
inmediata intervención que se ofrece ante la urgencia a víctimas y personas
afectadas, empleando estrategias para así ofrecer la mejor contención posible.
Estas intervenciones se realizan en estados de crisis en donde existe una
saturación de los mecanismos de adaptación del individuo, incapacitándolo para
adaptarse a la situación que está tomando, aumentando los niveles de estrés y
desencadenando cambios extremos en la impulsividad y la excitación. Esto puede
inhabilitarlos en la búsqueda de soluciones racionales.
El
tipo de intervenciones realizada busca el restablecimiento del equilibrio
emocional, principalmente cumpliendo los objetivos de brindar protección,
seguridad y apoyo durante la crisis para aliviar la desorganización emocional y
los sentimientos de angustia, adaptándose a la situación.
Las
crisis están compuestas por cambios que se producen en distintas situaciones
donde reina la confusión y la incertidumbre, afectando el equilibrio emocional.
Estas situaciones perturban físicamente la vida cotidiana, a diferencia de la amenaza,
que representa una alteración a la rutina esperada. Se evalúan de acuerdo al
alcance de la situación, la rapidez con la que se inicia, la duración del
factor estresante y la preparación social. Las crisis pueden resultar en
traumas debido a su impacto tanto a nivel individual como colectivo.
Es
importante tomar en cuenta que las víctimas son incapaces de salir de la
situación traumática por sí mismas y es por eso que requieren de la
intervención de un bombero, quien debe ser firme y respetuoso ante la situación
ocurrida. Es su deber accionar para garantizar la protección del individuo,
iniciar el contacto físico o emocional de la persona y proporcionar un espacio
cómodo para hablar. Es el bombero quien debe prestar atención a la persona para
no emitir opinión de culpas o juzgar a la persona, siendo consciente de sus
propios límites y alcances.
Durante
las catástrofes, hay tres momentos de suma importancia previos a realizar las
intervenciones con las víctimas. La interpretación
es el primer momento, donde se dan los indicios iniciales del suceso y de las
posibles secuelas de acción. La preparación
es producida al encontrar dichos indicios, cuando se dan instrucciones a otros
para explorar la situación o retirarse. Por último, la ejecución se da de acuerdo al lugar y las condiciones en que se
encuentren para luchar contra la situación y se entiende como la intervención
misma.
Al
iniciar la intervención, se debe evaluar las capacidades de la persona o grupo
y obtener información relevante sobre el estado emocional entre otros datos
importantes para su intervención y la toma de decisiones adecuada. Con esta
información, debe brindar opciones de acción para la víctima atendida,
estimularla para plantear objetivos a lograr, brindar información necesaria y
finalmente darle cierto seguimiento adecuado para reforzar el proceso de
adaptación de la persona. Nadie más puede procesar la crisis, por lo que la
víctima requiere de esfuerzo para procesas la crisis de manera personal con el
apoyo de quienes le rodean y el bombero.
El
proceso de la crisis inicia con la fase
de shock, donde la víctima es afectada por lo ocurrido y su incapacidad ante
ella, reprimiendo o negando lo ocurrido y reaccionando de manera indefensa, a
lo que se le llama una regresión. El shock es un estado mental causado por un
repentino, inesperado y comúnmente desagradable. Esta fase puede durar de unos
minutos hasta 24 horas. Luego de esta fase de shock, inicia la fase de la reacción, es donde la
persona toma consciencia de lo ocurrido y comienza a procesar lo ocurrido,
reaccionando emocionalmente ante lo ocurrido.
La
víctima puede presentar diferentes reacciones como estar confundida y no tener
control sobre sus sentimientos. Esto es evidente por diferentes síntomas, como
la habilidad reducida para pensar o actuar racionalmente. De igual manera, las
personas no perciben la presencia de la mente, por ende, no entiende lo que ha
ocurrido por lo que puede llegar a actuar peligrosa e irracionalmente. La
víctima no percibe el sentido del tiempo o la realidad. Adicionalmente, es
común que experimente dolor y aflicción.
La
víctima puede experimentar reacciones
normales como lo son mareos, castañeo de dientes, sudoración,
incontinencia, diarrea, taquicardia, dolores de pecho, entre otros. También
existen reacciones hiperactivas,
donde hay ráfagas de hiperactividad o actividades frenéticas. Por último, hay reacciones paralizantes donde la
persona se queda paralizada y es incapaz de auto-ayudarse. Esto puede ser por
la movilidad reducida a causa de sus heridas como por desmayos o síntomas de
disociación como golpearse a sí mismos. Inclusive pueden presentarse
comportamientos violentos, que están relacionados de manera inversa con la
gravedad de su estado físico. Durante estas reacciones, la intervención del
bombero es de gran importancia para controlar la situación.
La
fase de reacción también se caracteriza por una ola de sentimientos,
especialmente ansiedad, dolor, aflicción y culpa. Otras emociones como odio,
alegría, vergüenza e ira son menos dominantes durante esta etapa. Estas
emociones también pueden ser influidas por sus heridas físicas. Debido a su
intensidad y sus secuelas, estas emociones son desgastantes y las víctimas,
usualmente, escapan de sus sentimientos a través de la represión, el
aislamiento, la regresión y otros mecanismos de defensa como la negación a la
realidad, la proyección (que es atribuir a otros lo que a él le afecta) y el
desplazamiento (redirigir una emoción desde el objeto original a otro).
Aunque
se consideran las diversas reacciones como esperadas, varios autores aseguran
que las personas usualmente responden a una emergencia de manera “racional” y
dentro de sus límites, altruista. Por lo tanto, se entiende que las reacciones
instintivas y de pánico no son tan habituales como se cree.
La
fase del procesamiento es donde se
procesa lo ocurrido y se inicia a trabajar activamente en sobrepasar lo
ocurrido, por lo que tiene un promedio de duración de seis meses. Durante esta
fase, generalmente se recibe apoyo profesional. La fase final es la fase de reparación, que se da conjunto
a la fase de procesamiento, en donde es de suma importancia el apoyo y soporte de
las personas que rodean a la víctima para ayudarle a superar lo ocurrido.
En
el caso de los niños, las crisis son diferentes. Los efectos de la experiencia
no se detectan ni se ven fácilmente ya que los niños no poseen capacidad
racional suficiente y tienen mayor dificultad en el entendimiento de lo que
ocurre, dejando que la imaginación vuelva lo ocurrido aún más confuso. Los
adultos tienen una gran influencia en cómo los niños afrontan la crisis, ya que
muchos promueven conductas de represión y aislamiento en los niños como
mantenerlos alejados de la situación.
El
pánico es clave para la supervivencia, sin embargo, en su desproporción se
pueden cometer actos incoherentes, sin sentido ni finalidad concreta. El pánico
es una consecuencia de una respuesta ante un peligro o una amenaza. Puede
presentarse como una reacción individual o una reacción colectiva cuando se ven
involucradas muchas personas. Sin embargo, el pánico es una sola de las
diversas reacciones con las que debe lidiar un bombero para mantener el control
de la situación.
A
lo largo de la catástrofe y los diversos momentos dentro de ella, la
intervención psicológica debe tomar en cuenta ciertos criterios importantes. La
víctima debe afrontar la experiencia traumatizante y expresar sus emociones en
relación a la misma. Al ocurrir esto, debe desarrollar un aprendizaje y/o
práctica de habilidades y recursos personales para afrontar dicha experiencia
con el apoyo del bombero, quien tiene un papel directivo de escucha activa y
apoyo emocional junto a actitudes idóneas en la intervención posterior a la
experiencia traumatizante.
Este
papel tan importante que desempeña el bombero durante la intervención hace de
gran relevancia su preparación para la misma. Es imposible evitar posibles
cuadros de estrés postraumático, pero se procura reducirlos y prevenirlos en la
medida de lo posible. Es por eso que el bombero requiere de un seguimiento
anterior y posterior a cada actividad realizada durante su labor.
La
personalidad del bombero también influye en su capacidad para desenvolverse en
este papel, ya que se cree que debe ser una persona considerada prudente,
segura y decidida. Hasta cierto punto, se considera que deben carecer de
empatía para que la carga psicológica de la ayuda que deben prestar y las acciones
a realizar pese a las presiones externas no les afecte de sobremanera.
A
pesar de esto, también tiene un papel muy importante el Oficial o Suboficial a
cargo de los bomberos. Es esta persona quién se encarga de la alimentación
apropiada, el entrenamiento físico y la capacitación constante de su personal.
También, es la persona que debe de estar atento a cualquier problema del
personal a su cargo que presente sobrecarga emocional, insensibilidad al peligro,
impulsividad o que tenga reiteradas afirmaciones de estar tranquilo sin que se
le hayan pedido. La intervención en cualquier tipo de crisis significa
enfrentar una situación con un alto contenido emocional. Es por tal motivo que
la atención psicológica es de gran importancia para tanto las víctimas como los
bomberos.
Bibliografía Consultada:
Núñez,
D. (2004). Primeros Auxilios Psicológicos
y Emocionales: Material de uso para Bomberos Voluntarios ante situaciones
operativas de emergencia, crisis, pánico y catástrofes. Argentina.
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